Nobel Economía 2025: Mokyr y la Revolución Industrial (parte 1)

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El premio Nobel de economía del año 2025 ha vuelto a caer en el área de crecimiento económico. El Nobel se ha dividido en dos partes, una primera concedida a Joel Mokyr por su análisis de la Revolución Industrial y la Gran Divergencia europea y una segunda entregada a Philippe Aghion y Peter Howitt por sus estudios sobre la relación entre crecimiento económico y actividad empresarial y el concepto schumpeteriano de destrucción creativa.

En este artículo vamos a centrarnos en explicar la teoría de Joel Mokyr y su análisis de la Revolución Industrial. Quédate por aquí que vamos a ver qué nos tiene que contar el premio Nobel de 2025 sobre el siglo XIX y lo especial que era el Reino Unido.

El despegue industrial del Reino Unido no tiene precedentes en la historia

Empecemos sólo estableciendo un hecho estilizado, y es que no hay crecimiento económico sostenido hasta el siglo XIX como podemos en el gráfico.

Por tanto, partimos de la premisa de que el crecimiento es lo raro en la historia, ahora bien, ¿qué explica el crecimiento económico?

Revisionismo histórico: ¿Revolución Industrial inglesa?

En las últimas décadas se han ido poniendo de moda unas teorías sobre la revolución industrial inglesa que ponían en duda gran parte de lo que habíamos dado por sentado sobre ella.

En este sentido es muy potente un aforismo que se ha puesto de moda que reza:

“La Revolución Industrial inglesa no fue una revolución, no fue industrial y no fue inglesa”

Esta frase viene a resumir varios postulados revisionistas de la historiografía económica. Detrás de ellos se encuentra la idea de que la Revolución Industrial fue un fenómeno gradual no abrupto, que se inició en la agricultura y no en la industria y cuyo origen geográfico se encuentra en Holanda y no en Inglaterra.

En este sentido, los estudios de Mokyr, el primero de los premiados que vamos a analizar, reivindican el carácter revolucionario e inglés de la Revolución Industrial (aunque no se reivindica el carácter exclusivamente industrial de la misma).

La interacción entre ciencia y técnica como determinante de la Revolución Industrial

Mokyr afirma que a lo largo de la historia han aparecido muchísimas sociedades muy innovadoras. Sin embargo, hasta la Revolución Industrial, las invenciones fueron incapaces de generar un crecimiento económico sostenido.

Como mucho, algunas invenciones provocaron una mejora en las condiciones de vida, pero que las mismas consistieron en una especie de “salto” de bienestar. Estas invenciones del pasado habitualmente fueron aisladas y no generaron un ciclo de retroalimentación positivo que terminara en una mejora constante de las condiciones de vida, que al final es lo mismo que los economistas entendemos como un crecimiento económico sostenido.

Para Mokyr, lo realmente importante para generar un ciclo continuo de innovaciones es la interacción entre la ciencia y la técnica/ingeniería. La idea, de hecho, no es nueva, es una vieja conocida de la historia de la economía, aunque quizá no tanto de la teoría del crecimiento económico. Varios historiadores económicos han resaltado este mismo hecho como un generador de la Revolución Industrial, quizá el verdadero hito es incluir esta explicación dentro de la teoría del crecimiento económico.

Mokyr pone énfasis en la Ilustración, un movimiento estrictamente europeo, como catalizador de la interacción entre ciencia y técnica. Pero claro, todo gran país europeo tuvo su propia Ilustración, mientras que la Revolución Industrial fue inglesa y el propio Mokyr la reclama como inglesa. Por tanto, la aparición de la Ilustración, no explica por si misma, la emergencia de la Revolución Industrial.

La Revolución Industrial sí fue inglesa

Y es que, la Revolución Industrial no apareció en Francia, el gran rival británico por la hegemonía europea en el siglo XVII y XVIII. Tampoco ocurrió en Holanda, el país preindustrial más desarrollado del planeta. Las repúblicas italianas tampoco fueron capaz de generar una Revolución Industrial a pesar de ser el lugar que fue cuna del Renacimiento y de ser la región más desarrollada del mundo al final de la Edad Media e inicio de la Edad Moderna.

De todos los lugares donde pudo ocurrir la Revolución Industrial, ocurrió en el Reino Unido. Y es que uno de los debates académicos vivos más interesantes es el que se da entre historiadores de la economía sobre porque el Reino Unido, ¿qué tenían de especial estas islas? A este respecto, hay casi tantas explicaciones de la singularidad británica como historiadores de la economía. Y es en este lugar donde el Nobel Mokyr va a introducir una tesis muy sugerente.

La Ilustración Industrial: las habilidades técnicas de los ingleses eran superiores

Para Mokyr, las habilidades técnicas de la población fueron un componente crucial para que la Revolución Industrial apareciera en un primer momento en Inglaterra.

Mokyr alude a las habilidades mecánicas que poseía la élite educada no aristocrática inglesa, habilidades de las que carecían sus contrapartes en el continente europeo.

Para ofrecer pruebas de su hipótesis, Mokyr se va tan atrás como hasta el siglo XI, con el famoso censo del Doomsday de 1066 en el que se pone de relieve la enorme cantidad de molinos de agua existentes en la Inglaterra del momento. La idea es que la interacción entre ciencia y técnica encontró su lugar más fructífero en el Inglaterra porque ya existía un número muy nutrido de mecánicos y artesanos capaces de entender, implementar e incluso mejorar los desarrollos de los científicos.

Mokyr nos aporta pruebas de su tesis proporcionándonos datos de la cantidad de artesanos fabricantes de instrumentos en Inglaterra y Francia. Estos artesanos especializados serían los que más tarde y con la llegada de la Ilustración, serían capaces de hablar de tú a tú con los científicos e incluso corregirles allí donde se equivocan. La clave para Mokyr es que, de la interacción entre científicos y artesanos, emerge el “conocimiento útil”, que no es muy diferente de lo que otros llamarían “ciencia aplicada”. La hipótesis de Mokyr no es, en realidad, nada complicada, y podríamos resumirla como, para tener ciencia aplicada, necesitas alguien que la aplique. Esta innovación Mokyr la considera tan importante que hasta acuña el término “Ilustración Industrial” para referirse a la emergencia de la ciencia aplicada y la generación de conocimiento útil.

La enorme cantidad de artesanos especializados de Inglaterra habría hecho que la Revolución Industrial tuviera lugar en aquella tierra y no en otro lugar de Europa como podemos ver en el siguiente gráfico.

La Revolución Industrial sí fue revolucionaria (y elitista)

Quizá el proceso de generación de ingresos y mejora de las condiciones de vida en el periodo de la Revolución Industrial fue gradual. Sin embargo, lo realmente revolucionario para Mokyr es que el proceso de crecimiento no consistió en un simple salto en las condiciones de vida, como había ocurrido tantas veces en el pasado. Lo revolucionario es que, desde el siglo XIX, el crecimiento económico iba a ser sostenido y así sigue siendo hasta nuestros días.

Lo revolucionario de la Revolución Industrial no es el cambio en el nivel de vida ni los cambios sociales y transformaciones que vivió la sociedad inglesa y europea del momento, lo revolucionario fue el abandono definitivo de la situación estacionaria en la que vivió la humanidad durante milenios.

Curiosamente, esta visión de Mokyr pone énfasis en como la acción de unas élites educadas puede provocar un cambio drástico en todo un país. Aunque no es la base de su trabajo, este es otro punto muy interesante que suele salir en los debates sobre el crecimiento económico: ¿es el crecimiento económico explicado por el cambio de actitudes y aptitudes de la élite o del común de los mortales?

Sociedades abiertas al cambio como elemento indispensable de la Revolución Industrial y del crecimiento económico

Hayek, cuando se le acusaba de ser un conservador, solía decir que no hay nada menos evolutivo, y, por tanto, propenso a la desaparición, que un sistema completamente cerrado al cambio[1].

Para Mokyr, las sociedades deben ser lo suficientemente abiertas al cambio para que las innovaciones tecnológicas no sean rechazadas por la propia población que va a disfrutar de ellas. Estas innovaciones traen algunos perdedores, habitualmente sectores que ven como su posición económica relativa puede empeorar por la innovación. Mokyr ilustra con ejemplos de inventores asesinados en Prusia en pleno siglo XVI o la quema de máquinas de los movimientos luditas de la Revolución Industrial a inicios del siglo XIX.

Pero lo importante no es que ocurran estos eventos violentos instigados por los perdedores de la innovación, sino que la población no los vea con buenos ojos. Si la población general ve con buenos ojos las innovaciones y cree que los beneficios superan a los costes, la innovación tendrá lugar en última instancia. En este sentido, y aunque la innovación dependía de la acción de una élite de artesanos instruidos, que se termine aplicando masivamente depende de la ideología prevalente en la población general. Si las masas toleran el cambio social y el cambio de posiciones relativas en la sociedad, el cambio tendrá lugar, en caso contrario, la Revolución Industrial podría ser abortada.

En este sentido, las tesis de Mokyr tampoco son novedosas, ya que una posición muy similar defiende, con mayor profundidad y detalle, Deidre McCloskey.

Para Mokyr, aquí también el Reino Unido tenía una ventaja competitiva en comparación con otros países europeos. En las islas británicas se tuvo mayor aceptación social de la destrucción creativa gracias a la existencia del Parlamento (ya que se podían dirimir disputas y llegar a consensos sociales debatiendo).

Esto es debatible, en el Parlamento británico no estaban representadas los luditas que quemaban maquinaria. Además, durante mucho tiempo, se legisló desde el Parlamento para para evitar la caída relativa de la aristocracia inglesa. Por tanto, incluso si se está de acuerdo con la tesis de la apertura social como determinante del crecimiento económico, no queda nada claro que la Revolución Industrial ocurriera en Inglaterra por ello.

No fue la geografía ni el trabajo caro

Una de las tesis más famosas que explican la Industrialización de Inglaterra es la de Robert Allen (y es uno de los nombres que sonaba para el premio Nobel). Para el famoso autor británico, la industrialización ocurre por dos motivos:

  • Abundantes depósitos de carbón mineral de fácil acceso:

Esto hacía que el Reino Unido tuviera una fuente de energía densa (en comparación con el carbón vegetal, el mineral tiene mucho más poder calorífico por unidad de peso) y abundante.

  • Alto precio relativo del factor trabajo

Esto provocaba un gran incentivo a la automatización del trabajo y a la sustitución de trabajo por maquinaria en la medida de lo posible.

Mokyr quita importancia explicativa a la tesis de Robert Allen. Para ello (y para sostener su tesis alternativa) nos enseña evidencia de cómo, al analizar las regiones de Inglaterra, la industria se concentró en los lugares en los que los trabajadores tenían mayores habilidades mecánicas (gráfico de la izquierda) y en aquellos lugares donde los salarios eran más bajos antes de la industrialización (gráfica de la derecha).

Es decir, para Mokyr, la combinación de salarios bajos y habilidades altas fue la verdadera génesis de la industrialización. Esta tesis tiene todo el sentido económico del mundo, al final Mokyr simplemente está diciendo que la posición competitiva relativa viene determinada por el ratio productividad/trabajo. Un ratio elevado, implica una posición competitiva aventajada y viceversa. Tiene sentido que la implementación de maquinaria tuviera lugar en esos lugares.

Por tanto, tesis como los aspectos geográficos a los que gente como Robert Allen o Jared Diamond dan tanta importancia, en realidad no importan tanto para Mokyr.

Conclusión: un buen Premio Nobel de Economía

Hasta aquí llega nuestro análisis de las ideas de Mokyr. Desde luego es un punto de vista refrescante y una tesis de lo más interesante sobre la emergencia de la Revolución Industrial.

Ahora bien, y tal y como os hemos ido viendo a lo largo del artículo, se hace complicado atribuir una originalidad a las proposiciones de Mokyr. Esto no quita ni un ápice de interesante a lo que afirma, pero parece que la verdadera aportación de Mokyr es ser capaz de “saltar” entre subdisciplinas económicas (e incluso entre varias disciplinas del saber) y, adaptar, de manera exitosa los postulados de una disciplina a otra.

No se tome este comentario como una crítica, en estos tiempos de hiperespecialización casi absurda en los que vive la ciencia (la barbarie de especialismo de la que hablaba Ortega y Gasset), es un verdadero privilegio ver como algunos académicos se atreven todavía a cultivar una visión amplia del conocimiento. Bravo en este sentido por Mokyr.

En el siguiente artículo veremos los aportes de Philippe Aghion y Peter Howitt.


[1] A pesar de todo, muy probablemente Hayek era conservador en términos políticos. El tiempo necesario para que ocurra un cambio en las normas que rigen un sistema social evolutivo es tan extenso que, de facto, en la vida de una persona no percibiría grandes cambios sociales. Y, en la visión hayekiana, esos cambios de normas no deberían provenir del poder político si no de las costumbres sociales.