Funcionamiento básico y crítica de la política fiscal: homenaje a Alberto Alesina

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Hace poco más de un mes moría uno de los grandes economistas de nuestra época: Alberto Alesina. Una parte sustancial del trabajo de Alesina versaba sobre una hipótesis algo controvertida que contradice la visión convencional de la macroeconomía en asuntos fiscales. Sirva este artículo de homenaje al genial Alberto Alesina.

En este artículo me propongo:

  • Explicar qué es la política fiscal y qué objetivos persigue
  • Explicar los rudimentos básicos de la visión macroeconómica que sostiene teóricamente la necesidad de expansiones de gasto público en crisis económicas[1]
  • Criticar la visión convencional de la política fiscal que exige incrementar el gasto público en recesiones para suavizar el ciclo económico y sostener el empleo
    1. Mediante el concepto de expansionary fiscal contraction investigado por el genial Alberto Alesina
    2. Mediante una visión microeconómica basada en la necesidad de reajuste de la economía y la función imprescindible y olvidada del atesoramiento en la economía

¿Qué es la política fiscal?, ¿Qué objetivos busca?

Empecemos con lo básico, ¿qué es la política fiscal? La política fiscal es una política económica que busca controlar y mantener la estabilidad económica mediante mecanismos fiscales. Estos mecanismos fiscales son los impuestos y el gasto público. Del manejo de la cuantía de impuestos y de gasto público se deduce que el déficit fiscal es una variable más a tener en cuenta en la política fiscal[2].

Objetivos de la política fiscal:

  1. Promover estabilidad económica

El principal objetivo declarado de la política fiscal es el de promover la estabilidad económica. En este sentido se considera que los ciclos económicos son inherentes a una economía de mercado y por tanto deben ser suavizados mediante las diversas herramientas de política fiscal. Se pretende suavizar los ciclos incentivando la demanda agregada en la parte baja del ciclo y desincentivándola en la parte expansiva del ciclo[3].

  1. Búsqueda de pleno empleo

Otro objetivo declarado de la política fiscal es el de buscar el pleno empleo e incentivar el crecimiento económico. Desde el punto de vista macroeconómico se considera que siempre que existan factores productivos que no se han empleado totalmente (entre ellos el trabajo), las políticas expansivas ayudan a que estos factores se pongan “a trabajar”. Si existe desempleo de factores, se supone que el gobierno que debería iniciar políticas expansivas para emplearlos.

  1. Impulsar el crecimiento económico

La política fiscal también busca impulsar el crecimiento económico, en concreto busca que el crecimiento económico efectivo se acerque al crecimiento potencial. Si existe capacidad ociosa, como por ejemplo fábricas no funcionando al 100%, terrenos que no se utilizan, o trabajadores en desempleo, es necesario iniciar una política expansiva (como incremento en el gasto público) y así facilitamos que se incorporen al proceso de producción y con ello incrementamos el crecimiento económico hasta el máximo posible. Por lo tanto, la búsqueda de pleno empleo y la búsqueda de crecimiento económico, en términos de política fiscal, son la misma cosa.

  1. Estabilidad de precios

La política fiscal supone que existirá inflación siempre y cuando ya se hayan empleado todos los recursos en la sociedad y la demanda agregada siga creciendo. La visión macroeconómica en la que se basa la política fiscal supone que si sigue aumentando la demanda cuando no existe capacidad ociosa, es decir cuando tenemos todas las fábricas funcionando al 100%, todos los terrenos económicamente viables ocupados, y todos los trabajadores empleados, aparece inflación. Ese es el momento de la autoridad fiscal para “enfriar” la situación haciendo una política fiscal contractiva y así hacer caer la demanda agregada con el objetivo de evitar el movimiento inflacionario.

Antes de seguir avanzando en la explicación de la política fiscal, es necesario introducir algunos elementos de la macroeconomía moderna que son imprescindibles para entender todos los detalles de la política fiscal.

Esquema macroeconómico keynesiano resumido

Antes de entrar en la materia propiamente dicha, es necesario repasar, de forma muy general, el esquema macroeconómico keynesiano básico. Lo voy a hacer de forma que la explicación pueda englobar las diferentes “familias” keynesianas[4] y nos proporcione una buena base para entender las proposiciones de política fiscal que se hacen desde el keynesianismo[5].

Para los keynesianos el equilibrio se alcanza cuando la oferta agregada es igual a la demanda agregada. Por oferta agregada se entiende la suma de todas las ofertas que los productores hacen en una economía. Por el lado de la demanda agregada el concepto es muy similar, es la suma de las demandas individuales de todos los consumidores[6].

Cuando la demanda agregada cae y su nivel es menor al de la oferta agregada, se produce una situación en la que la economía se introduce en una senda deflacionaria y depresiva. La falta de demanda provoca que se acumulen inventarios sin vender y, en el corto plazo, se produce una oleada de quiebras empresariales y de despido de factores productivos (entre ellos el factor trabajo). Entonces es cuando empieza a aparecer capacidad ociosa (factores productivos no utilizados al 100%).

En caso de que exista capacidad ociosa se argumenta que es necesario que exista una política monetaria y fiscal expansiva[7]. Un incremento en la demanda agregada promovido por el Estado provoca que se pueda emplear a los factores desempleados hasta que la demanda agregada iguale a la oferta agregada.

Una economía que tiene una demanda agregada superior a la oferta agregada está sujeta a movimientos inflacionarios. La idea es que si no existe capacidad ociosa (capacidad productiva sin utilizar), incrementos en la demanda sólo provocan incrementos en los precios ya que la oferta no es capaz de incrementar la producción por encontrarse ya al máximo de su capacidad productiva[8]. Incremento en la demanda no impulsa el crecimiento de la oferta porque a corto plazo la elasticidad en la producción es nula cuando se alcanza el punto de pleno empleo de factores (es decir, cuando ya no existe capacidad ociosa).

Además, para los keynesianos es muy importante el concepto de efectos acumulativos o efecto multiplicador. Otras vertientes económicas también incluyen en sus análisis esta idea de los efectos acumulativos[9]. La idea aquí es que los ingresos de unos agentes económicos son los gastos de otros agentes. Es análogo al concepto de flujo circular de la renta tan popular en las clases introductorias de economía. Cuando unos agentes gastan más (menos) de lo previsto se producen efectos en espiral que se retroalimentan en bucle porque incrementan (reducen) rentas en otras partes de la economía.

Por ejemplo, si los resultados en la empresa A no son tan buenos como los esperados, la empresa A puede llegar a recortar algunos gastos. Pero este recorte de gastos supone un recorte de ingresos para la empresa B (proveedor de la empresa A). La empresa B también tenderá a recortar sus contrataciones o gastos y así se extienden los efectos acumulativos negativos por toda la economía. Por el contrario, unos ingresos más altos de los inesperados en la empresa A suelen tener el efecto contrario, la empresa A aumenta su actividad, por lo que incrementa las compras a la empresa B, que al ver incrementado su ingreso, también incrementa su actividad y así se extienden los efectos acumulativos positivos por toda la economía.

Un último punto crucial en el esquema keynesiano es la función desestabilizadora del ahorro líquido o atesoramiento[10]. Según los keynesianos, tanto el gasto en consumo como la inversión productiva son gastos que implican ingresos de otros agentes económicos, el ahorro líquido no. El ahorro líquido sería una especie de “agujero” en el efecto multiplicador, es renta que no se transforma en gasto y, por tanto, no forma parte del ingreso de otro agente económico. Esto implica que el efecto multiplicador del gasto público en momentos de crisis es mayor que el efecto multiplicador del gasto privado[11]. Se argumenta entonces que, en momentos de recesión, es preferible el incremento en el gasto público al recorte de impuestos (ambos son considerados política fiscal expansiva como veremos en el siguiente epígrafe). El gasto público se “multiplicaría” más que el gasto privado.

Por tanto, cuando la demanda agregada es inferior a la oferta agregada, cosa que se supone ocurre a menudo en una economía de mercado (fases del ciclo económico), existe un campo de acción para que el Estado estimule la economía y de esta forma evite los efectos acumulativos negativos en una economía. Esta es la razón por la que los Estados y los bancos centrales intentan adelantarse a los movimientos depresivos en una economía.

Política fiscal expansiva y contractiva

Explicaremos a continuación que se entiende por una política fiscal expansiva o contractiva:

Una política fiscal expansiva se da cuando el gobierno gasta más de lo que ingresa. Esta política se puede realizar de dos formas (o una combinación de ellas):

  • Bajando impuestos (más recursos en manos de los agentes privados que pueden hacer más compras o inversiones, lo que conlleva incremento actividad económica)
  • Incremento del gasto público (más gasto del Estado, lo que conlleva incremento de actividad en los sectores que reciben pedidos del propio Estado)

Por su parte, la política fiscal puede ser contractiva, entonces el gobierno gasta menos de lo que ingresa (ahorra). De forma análoga, esta política se puede conseguir con:

  • Incrementos de impuestos (menos recursos en manos de agentes privados)
  • Bajadas del gasto público (caída de actividad en sectores que reciben pedidos del Estado)

Un punto crucial que el lector más aventajado habrá podido deducir es que la política fiscal expansiva conlleva incrementos de deuda pública y la contractiva conlleva ahorro del gobierno.

Política fiscal contracíclica: visión “tradicional”

La macroeconomía convencional considera que la política fiscal debe ser contracíclica. Esto tiene dos significados:

  • Cuando la economía está en pleno auge, la política fiscal debería ser contractiva

La idea es que el auge económico se caracteriza por un exceso de demanda, más de lo que los agentes económicos pueden sostener en el largo plazo. En este momento es cuando el sector público debería hacer de contrapeso a esta situación. Se supone que el Estado debería disminuir el gasto público y aumentar impuestos con el fin de detraer recursos del sector privado para evitar el sobrecalentamiento de la economía.

  • Cuando la economía está en fase depresiva, la política fiscal debería ser expansiva

La idea es que los agentes económicos son demasiado pesimistas y deprimen la inversión más allá de lo aconsejable[12]. En estos casos, la falta de inversión privada debería ser contrarrestada por la extensión de inversión por parte del gobierno.

Los efectos expansivos de la política fiscal contractiva: visión contraintuitiva de la política fiscal

El genial Alberto Alesina trabajó en la hipótesis de los efectos expansivos de la política fiscal contractiva[13]. Quizá para los neófitos en economía esta visión es todo menos contraintuitiva. Sin embargo, los economistas han sido entrenados durante tanto tiempo en la visión tradicional que se acaba de exponer que cualquier teoría que relacione los elementos de otra manera es vista como extraña.

La idea detrás de esta visión es que la política fiscal contractiva puede tener efectos expansivos en la economía. Otro nombre con el que se conoce esta visión es la de austeridad expansiva o la visión alemana.

Alesina nos dice que la política fiscal contractiva tiene un efecto expansivo en la economía tanto por la vía de la inversión y consumo privado como por la vía del tipo de interés. Veamos el efecto expansivo directo en la inversión y consumo privado:

Si los recortes de gasto público son creíbles y sostenibles en el futuro, provocan una expansión de la inversión y el consumo privado ya que los agentes económicos ven sus ingresos incrementar de forma creíble en el presente y en el futuro (estiman que no incrementarán impuestos en el futuro por desajustes fiscales)[14]. En otras palabras, la política fiscal contractiva conlleva que los desajustes fiscales se solventan y la necesidad de hacer un ajuste en el futuro se desvanece (ajuste que vendría de la mano de un incremento de impuestos o una caída de gasto público en el futuro)[15].

Veamos ahora el efecto expansivo por la vía financiera o del tipo de interés:

La política fiscal contractiva en tiempos de crisis ayuda a la estabilización de los niveles de deuda pública, lo que causa una caída en la prima de riesgo[16]. Es decir, los inversores internacionales pedirán un tipo de interés menor por financiar al Estado. Esto, usualmente conlleva una caída del tipo de interés al sector privado lo que a su vez tiene un doble efecto:

  • Efecto riqueza

Menor tipo de interés conlleva mayor precio de activos como vivienda o empresas. Esto provoca un efecto expansivo si los agentes económicos movilizan parte de esa riqueza adicional.

  • Caída tasa interés

Menores tasas de interés significan mayor posibilidad de incrementar actividad productiva con un coste de financiamiento menor.

Alesina recalca que los recortes del gasto público son mucho más efectivos que los aumentos en los impuestos a la hora de estabilizar la deuda pública y evitar caídas del crecimiento económico. Sin embargo, no cierra la puerta a que algunos de estos efectos expansivos ocurran con una política fiscal contractiva consistente en subidas de impuestos.

Alesina realizó alguna investigación empírica de su controvertida hipótesis.

Fuente: Fiscal adjustments: lessons from recent history. Alberto Alesina

La forma de leer e interpretar el gráfico es la siguiente:

  • De los ajustes fiscales exitosos, es decir los ajustes que de verdad consiguen reducir el déficit fiscal, el 67% del esfuerzo vino por el lado del gasto y menos del 33% por el lado de aumentar impuestos. Por el contrario, de los ajustes fiscales que no acabaron bien, es decir donde el déficit público no se consiguió mantener bajo control, sólo el 38% del esfuerzo vino por el lado del gasto mientras que el 61% vino por el lado de incrementos de impuestos.
  • De entre los ajustes fiscales que tuvieron como consecuencia un menor crecimiento económico, solo el 37% del esfuerzo del ajuste fiscal vino por el gasto y casi el 63% por el lado de incrementos de impuestos. Por el contrario, cuando los ajustes fiscales tienen un efecto expansivo en la economía, el 56% del esfuerzo viene de bajar impuestos y el 44% de incrementar impuestos.

Estos datos constatan, por un lado, que subir impuestos hace menos probable conseguir que el ajuste fiscal se realice y, por otro lado, que es más probable que incrementar impuestos provoque una recesión económica. Al final la teoría económica no falla, si subimos impuestos dañamos tanto al sector privado que hace caer la actividad económica y, por ende, la recaudación fiscal (lo que implica que se dificulte la consolidación fiscal).

Bajar el gasto público provoca una mayor posibilidad de que el ajuste fiscal sea exitoso y además es mucho más probable que ese ajuste fiscal sea expansivo en la economía (en contra de lo que supone la visión convencional de la política fiscal).

El problema clave de la política fiscal: visión microeconómica vs visión macroeconómica

Como ya hemos visto, la visión tradicional de la política fiscal supone que en momentos de depresión económica, dicha política fiscal debe expandir la demanda (pública) para complementar la falta de demanda agregada (privada). Si bien esto podría tener todo el sentido del mundo desde el punto de vista macroeconómico, desde el punto de vista microeconómico existen algunos problemas. Un microeconomista se preguntaría, expandir la demanda, pero…, ¿qué sectores vamos a expandir?

Los sectores en los que el gobierno decide incrementar el gasto no tienen por qué coincidir con los sectores que demandan los consumidores. Dicho de otra manera, se están redirigiendo recursos económicos allí donde no son demandados por los consumidores, por tanto, se detraen recursos desde donde son más demandados hasta aquellos sectores con una demanda más débil. En otras palabras, la política fiscal expansiva incrementa la ineficiencia económica desviando recursos hacia sectores subóptimos. Los sectores económicos que se expanden lo hacen gracias a una demanda artificial que desaparece tan rápido como la política fiscal expansiva vuelve a retraerse.

El problema planteado por los keynesianos es que existe una mala adecuación cuantitativa entre demanda agregada y oferta agregada. El problema real es microeconómico (o cualitativo): la composición de la oferta no coincide con la composición de demanda. Si la composición cualitativa de la oferta es diferente a la composición cualitativa de la demanda, existe un problema que no se soluciona incentivando la demanda agregada. La solución tiene que venir, necesariamente, por la readecuación de la estructura de la oferta, es decir, por el cierre de algunas líneas de producción y la apertura de otras líneas alternativas más acordes con la composición de la demanda (con los deseos de consumo de la población)[17].

Los problemas microeconómicos de la visión keynesiana no acaban ahí, también existen problemas en el lado de la producción. Si la oferta de factores productivos es inelástica (en algún punto siempre es inelástica)[18], cualquier incremento en su demanda para incrementar la producción que no sea exactamente en la proporción ofrecida actualmente, conlleva incrementos en el precio de unos factores productivos y desempleo en otros (Lachmann, 1938). En otras palabras, si se forma un cuello de botella en algún punto de la estructura productiva, seguir incentivando la demanda no hará que se empleen los factores productivos menos escasos pero si hará que incrementen de precio los factores productivos más escasos. Esto es lo que Keynes ni los keynesianos nunca entendieron y lo que llevó a la estanflación de los años 70s[19].

Además, desde el punto de vista político, la política fiscal expansiva genera incentivos perversos. Existirá una puja entre diversos sectores económicos por ser ellos los beneficiados de la expansión fiscal. El sector que gana en esta puja política suele ser el que mejores conexiones o capacidad política posee y no el que mejor sirve los deseos de los consumidores. Este es uno de los programas de investigación abiertos por la teoría de la elección pública (búsqueda de rentas).

Más problemas microeconómicos de la política fiscal “convencional”: la función del ahorro líquido (atesoramiento)[20]

Como ya hemos comentado, el ahorro líquido o atesoramiento es uno de los grandes enemigos de la teoría en la que se basa la política fiscal. Se argumenta que el multiplicador es mayor en el gasto público que en el privado, especialmente en tiempos de recesión, porque la forma de ahorro líquido por excelencia, el atesoramiento, no genera una renta derivada en otro agente económico (y las recesiones son momentos de huidas hacia la liquidez).

Sin embargo, el atesoramiento tiene una función económica microeconómica esencial que las diferentes familias keynesianas no tienen en cuenta.

El atesoramiento es una especie de “queja” de aquellos que tienen renta para gastar (ya han generado algo de valor en la sociedad) y, sin embargo, deciden no realizar ningún gasto ni en bienes de consumo ni en bienes de inversión. Aquellos que atesoran no encuentran atractivos ni los bienes de consumo que la estructura productiva presente proporciona ni los proyectos productivos que los empresarios desarrollan. Si una persona no encuentra atractiva ni la estructura productiva presente (está en desacuerdo con los bienes de consumo que se están produciendo) ni la estructura productiva futura (está en desacuerdo con las decisiones de inversión que producirán bienes en el futuro), lo más lógico es mantenerse líquido hasta que algún empresario ofrezca bienes de consumo apetecidos o alternativas de inversión interesantes. Es decir, los agentes económicos que atesoran se “quejan” ejerciendo su capacidad de no comprar bienes de consumo y de no proporcionar financiación a los proyectos productivos que ofrecen los empresarios.

La función económica del atesoramiento es la de forzar cambios en la estructura productiva de la sociedad. Si suficiente número de personas mantienen niveles elevados de atesoramiento, se está mandando el mensaje a los empresarios de que la estructura productiva no está alineada con los deseos de aquellos que poseen liquidez y quieren convertirla en bienes de consumo (no se les ofrece los bienes de consumo apetecidos) o los que quieren convertir la liquidez en una inversión (no se les ofrece los proyectos productivos adecuados).

Esto es algo que ocurre típicamente en la fase alcista del boom económico. Si estamos, por ejemplo, en medio de una burbuja inmobiliaria muy fuerte, gran parte de los bienes presentes se materializarán en viviendas, pero a la vez, gran parte de los proyectos productivos también están relacionados con el mercado inmobiliario. Si una persona, una vez que ha obtenido renta, decide que no quiere una vivienda nueva ni tampoco invertir en proyectos que producirán nueva vivienda, una de las formas que tiene de “quejarse” es simplemente quedándose líquido, es decir incrementando su atesoramiento.

Las diferentes familias keynesianas no dan una función económica al atesoramiento, por tanto, sólo se fijan en sus efectos negativos. Demasiada gente atesorando e incrementando su liquidez provoca una demanda agregada por debajo de la oferta agregada. Sin embargo, el problema real no es de insuficiencia cuantitativa en la demanda, sino de mala alineación cualitativa de la oferta a la demanda (ya sea de bienes de consumo o de bienes de capital).

La guinda del pastel: el efecto expulsión

En cualquier economía la cantidad de crédito está limitada por la cantidad de ahorro disponible. No se puede prestar algo que no existe, para que un bien económico se de en préstamo alguien tiene que poseerlo y además no utilizarlo durante el tiempo en el que se materializa el préstamo[21].

Estando la cantidad de crédito limitada cuantitativamente, el efecto expulsión ocurre cuando el incremento de la deuda pública restringe la cantidad de crédito extendida al sector privado. La extensión de nuevo crédito para cubrir el déficit fiscal impide a parte del sector privado acceder al crédito.

La razón por la que el crédito público desplaza al crédito privado es que se suele considerar que el sector público es el mejor deudor posible en una economía y, por tanto, los intermediarios financieros prestan preferiblemente al sector público[22]. La razón detrás de esta consideración es que el sector público tiene la capacidad de incrementar impuestos y es el único que, en momentos de verdadero estrés financiero, puede incrementar sus ingresos de forma volitiva. Otros agentes económicos deben convencer a terceros para que compren sus productos, servicios, trabajo, o activos para conseguir ingresos. El Estado no tiene esta restricción. Al poseer el monopolio de la fuerza en un área determinada, el Estado podría llegar a decretar medidas de urgencia que hagan incrementar sus ingresos en detrimento de los ingresos de otros agentes económicos. Esta es la principal razón por la que se considera que el sector público es el mejor deudor en una economía. Es también la razón por la que las calificadoras de riesgo tienen un techo de calificación para empresas privadas que coincide con el de su propio gobierno. Cuando las calificadoras de riesgo rebajan la nota a un país soberano, automáticamente también rebajan la nota a todas las empresas de ese país que tenían una nota coincidente con la del Estado.

Por tanto, si el crédito es limitado y el Estado es el mejor deudor en una economía, entonces es muy posible que aparezca el efecto expulsión. El endeudamiento del sector público tiene un efecto negativo en la extensión de crédito al sector privado. Por esta vía, la política fiscal expansiva podría tener un efecto contractivo en la economía. Al provocar dicha política fiscal expansiva una restricción del crédito privado, estaría a la vez provocando una contracción de aquellos sectores económicos que más dependen del crédito. Además, estos sectores que dependen del crédito son precisamente los que en peor situación se encuentran después de la mayor parte de crisis económicas. Es muy posible que llueva sobre mojado para sectores como la construcción o la venta de automóviles, sectores muy procíclicos y típicamente muy dependientes de la extensión de crédito.

Otra forma en la que el efecto expulsión se manifiesta es mediante un incremento en el tipo de interés. Dada una demanda de crédito, la entrada de un nuevo demandante de crédito, en este caso el gobierno con su política fiscal expansiva, provoca un repunte en el precio del crédito, es decir en el tipo de interés. Este incremento en el tipo de interés provoca una caída en el crédito privado[23]. Un incremento del tipo de interés daña a todos los sectores económicos ya que incrementa su coste de capital, lo que a su vez provoca una caída en la inversión privada.

Conclusión

No quedan muy claros los efectos positivos de la política fiscal convencional. El genial Alberto Alesina nos adelantó una tesis alternativa mucho más potente: los ajustes fiscales, especialmente la caída del gasto público, tienen un efecto expansivo muy potente en la economía. Un ajuste fiscal convincente incrementa consumo e inversión privado a la vez que reduce tipo de interés del sector privado y genera un efecto riqueza e inversión muy positivo. Es decir, no hace falta endeudar a los países hasta límites insospechados para impulsar la economía.

El problema que nos presentan los macroeconomistas es engañoso. Parecería que el problema es de insuficiencia de demanda agregada en comparación con la oferta agregada. El problema real es composición de oferta vs composición de demanda. La salida, en ese caso, tiene que ser una readaptación de la oferta.

En definitiva, la solución planteada por algunos macroeconomistas para la crisis y recesión (política fiscal expansiva mediante incremento del gasto público en momentos de crisis económica y recesión) tiene una base teórica muy débil.

La crisis y recesión son los momentos perfectos para readaptar la estructura productiva, no es el momento de sostener actividades económicas con poco valor añadido (japonización de la sociedad). Los factores productivos que se encuentran en empresas que apenas generan valor deben ser liberados para que sean utilizados por empresas capaces de generar mucho más valor en la economía. Para esto, es necesario que las malas empresas quiebren y que sean sustituidas por nuevas empresas con más capacidad de generar valor.

[1] Como vamos a ver más adelante, esta visión sostiene que es necesario que el poder público incremente la demanda agregada en recesiones (y la forma preferida es mediante incrementos en el gasto público).

[2] Y por añadidura la deuda pública.

[3] En el siguiente epígrafe se define que es demanda agregada y se explica la visión macroeconómica que sostiene esta teoría.

[4] Como puede ser el esquema original planteado por Keynes (1936), el neokeynesianismo imperante después de la II Guerra Mundial (y todavía estudiado hoy en la macroeconomía que se enseña en las universidades), o el más moderno y menos popular post-keynesianismo.

[5] Que son dominantes hoy en día con la notable excepción de la política implementada desde las instituciones europeas.

[6] En el esquema keynesiano pueden existir equilibrios ineficientes en los que la oferta agregada es igual a la demanda agregada pero inferior a la oferta agregada potencial. Por supuesto, un equilibrio eficiente sería aquel que iguala oferta agregada potencial y oferta agregada efectiva.

[7] Keynes expresaba en su Teoría General que la política monetaria tenía límites y que, por tanto, la política fiscal era preferible. Curiosamente, el conocimiento monetario de Keynes era mucho más profundo de lo que deja entrever la Teoría General. Los postkeynesianos dan mucha más importancia (y creo que con razón) a los dos libros de Keynes sobre temas monetarios que a la Teoría general (A Tract On Monetary Reform, escrito en 1923 y A Treatise on Money escrito en 1930).

[8] El análisis sólo tiene en cuenta el corto y medio plazo. La adición de nueva capacidad productiva entraría en el terreno del largo plazo.

[9] En austriacos por ejemplo el nombre elegido es renta derivada, aunque el concepto es prácticamente idéntico (Hayek, 1931).

[10] Lo que popularmente se considera guardar dinero debajo del colchón.

[11] Los funcionarios del Estado son conscientes de estos problemas del atesoramiento y evitan generarlo.

[12] Es interesante que se presuma que el funcionario público, que no tiene skin in the game (Taleb, 2020), sepa mejor que nivel de inversión es aceptable en un momento del ciclo determinado.

[13] La tesis original no es de Alesina, si bien fue en gran parte desarrollada y dotada de investigación empírica por el autor italiano.

[14] Alesina y sus co-autores afirman que el ajuste fiscal que conlleva la creencia de un incremento de impuestos de una sola vez y sin incrementos futuros de impuestos pueden funcionar también, aunque con menor potencia que el ajuste fiscal por bajada de gasto público.

[15] Este argumento de Alesina está vinculado al concepto de equivalencia ricardiana expuesto en 1820 por David Ricardo o más recientemente por Barro (1974).

[16] Interés extra que se exige a un deudor debido a su perfil de riesgo (un país con cuentas públicas desajustadas se percibe con mayor riesgo de no poder devolver la deuda y, por tanto, los inversores le exigen un mayor tipo de interés para compensar ese riesgo extra).

[17] En un sistema capitalista la soberanía del consumidor se presume incontestable, por lo que el productor debe acomodarse (y anticiparse en la medida de lo posible) a los deseos de los consumidores.

[18] Nos referimos a la poca capacidad de incrementar la oferta de un factor productivo cuando incrementa su precio. Como ejemplo se puede imaginar un incremento muy fuerte y súbito en la demanda de médicos que se refleja en un incremento de salario para los mismos. A corto plazo, no importa cuanto crezca el salario, la oferta de médicos es poco sensible al incremento de su salario (esto es lo que significa elasticidad, es literalmente sensibilidad de la oferta ante cambios en el precio). Los médicos tardarán, como poco, 6 años en incrementar su oferta de forma sensible (en economía cerrada).

[19] Una estanflación es una situación en la que coexiste inflación alta y desempleo elevado, algo que la doctrina keynesiana consideraba imposible como hemos visto más arriba. La economía mundial sufrió la estanflación en los años 70s, esta situación llevó a la popularización del supply side economics que pusieron en práctica Margaret Thatcher en Reino Unido y Ronald Reagan en Estados Unidos (entre otros).

[20] Una versión mucho más desarrollada de este argumento se puede encontrar en Rallo (2013).

[21] Desde este punto de vista, niego categóricamente que se pueda “crear crédito de la nada”, de la nada, nada sale. Hayek recurre al concepto del ahorro forzoso para justificar que pueda existir una inversión por encima del ahorro disponible como defiende en Precios y Producción (Hayek, 1931). La teoría de la liquidez, por su parte, argumenta que todo préstamo concedido, incluso si está creado contra nuevas disponibilidades monetarias, supone la aceptación de un tercero de esas disponibilidades (el ahorro proviene entonces del tenedor de las nuevas disponibilidades monetarias).

[22] Puede ser mediante un préstamo directo, aunque es más común la compra de bonos soberanos por parte del sector financiero. El resultado, económicamente hablando, es el mismo (intermediación financiera pública que expulsa a la intermediación financiera privada).

[23] Literalmente hay un cambio de composición en el activo de los balances bancarios. Entran activos del gobierno (mediante compras de bonos principalmente) y salen activos privados (sobre todo mediante amortización de los activos existentes).

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