Educación y capital humano: ¿para que sirve la educación?

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El propósito de este artículo será analizar establecer las funciones de la educación y estudiar en detalle la función de adquisición de habilidades o formación de capital humano. Para ello, intentaremos contestar a las siguientes preguntas:

  • ¿Cuál es la relación entre la educación y el incremento de ingreso?
  • ¿Cuál es la relación entre la educación y el crecimiento/desarrollo económico?
  • Si los países invierten más en educación, ¿se desarrollan más rápido?

La conclusión a la que llegaremos se puede resumir en una frase: Más educación no siempre es mejor

Educación, ¿para qué sirve?

Empecemos estableciendo la utilidad o funciones de la educación. Podemos enumerar tres funciones de la educación:

  • Adquisición de habilidades
  • Señalización
  • Adoctrinamiento

De forma bastante romántica, la mayoría de las personas se centra en la función de adquisición de habilidades. De forma más cínica, la mayoría de los objetivos explícitos de las políticas públicas también se centran en la adquisición de habilidades, a pesar de que el adoctrinamiento probablemente juega un papel tanto o más importante (no hay otra forma de entender la popularidad de especialidades como los estudios de género)[1].

La función de la educación como adoctrinamiento tiene varias aristas que no vamos a tocar en detalle en este artículo. Por mencionar algunas: homogeneización social y cohesionador de grupos (funciones similares a la religión); impulsor de cambios sociales (agente de cambios sociales).

La función de señalización en principio está muy ligada a la de adquisición de habilidades. Si las habilidades adquiridas en la educación son valiosas, tener un título que acredite o garantice la posesión de esas habilidades es útil porque permite a su poseedor diferenciarse de la competencia y a terceros prescindir de comprobaciones costosas de la posesión de esas habilidades.

La función pretendidamente principal de la educación como adquisición de habilidades (capital humano) es el objeto del resto de este artículo.

Educación como capital humano

La forma característica en la que los economistas tratan a la educación es como tratan al resto de capital. Por tanto, en las siguientes líneas vamos a aplicar los conceptos generales de la teoría de capital al capital humano.

Capital humano como stock de habilidades útiles

La adquisición de habilidades o conocimiento sería una especie de bien intangible duradero (concepto capital como stock). Las habilidades se pueden perder si no se ejercen, en este caso se erosionaría el stock (si alguien se queda fuera del mercado laboral durante mucho tiempo existe un “castigo” o descuento por esta razón, como típicamente ocurre a las mujeres que tienen hijos). Las habilidades también pueden ir incrementando (aprendizaje en el propio puesto de trabajo o nueva educación reglada).

Especificidad del capital humano

La adquisición de habilidades proporciona a su poseedor la capacidad de aplicarlas a la resolución de diferentes problemas concretos. Las habilidades que proporciona un tipo de educación concreto se pueden aplicar a algunos problemas, aunque no a cualquier tipo de problema (concepto especificidad bienes de capital)[2]. Si alguien estudia psicología difícilmente podrá resolver problemas de ingeniería y si alguien estudia ingeniería difícilmente podrá resolver problemas de psicología.

Habilidades útiles para resolver problemas (flujo que emana del capital humano)

La resolución de problemas concretos es valiosa, por lo que la posesión de habilidades tiene un precio en el mercado (flujo que emana del capital). Este precio se puede poner de relieve de muchas formas, la más común que estudian los economistas es el premio en el mercado laboral[3]. Así, podemos analizar el ingreso extra que tiene un graduado universitario sobre alguien que acaba la educación secundaria o el ingreso extra que obtiene un ingeniero sobre un psicólogo. Si los problemas resueltos con las habilidades adquiridas son muy urgentes y generan un valor muy alto para los que tienen esos problemas, el premio en el mercado será muy alto (y viceversa).

Complementariedad del capital humano

Si por alguna razón desaparecieran los problemas que ayudan a resolver las habilidades adquiridas mediante educación (o si nunca hubieran existido los problemas), el premio por la educación podría llegar a ser cero, o incluso negativo. La posibilidad de que, una vez desaparecido un problema, el capital humano siga siendo valioso depende de la capacidad que tengan esas habilidades de ser aplicadas a otros problemas (concepto complementariedad del capital).

Sustituibilidad del capital humano

Si las habilidades adquiridas son fácilmente sustituibles por otras habilidades o son muy comunes (todo el mundo las posee), tendrán un premio relativamente bajo o incluso nulo en el mercado (concepto sustituibilidad del capital). Los economistas suelen argumentar que, conforme se acumula capital (también capital humano), su rendimiento marginal decrece por el incremento en su sustituibilidad. Más graduados universitarios, entonces, implicaría una caída en la rentabilidad de poseer el capital humano que se recibe en la universidad.

Una vez que hemos aplicado al capital humano (adquisición de habilidades) todos los elementos clave de la teoría del capital, es el momento de responder nuestra original: ¿Es la educación positiva para el crecimiento/desarrollo económico?

Por qué invertir (socialmente) más en educación no es suficiente: complementariedad del capital

Tanto en la política pública educativa como en la cultura popular existe una generalizada creencia de que la mejor forma de hacer prosperar a un país es incrementando la inversión en educación (inversión en capital humano). No es que esta creencia esté equivocada, pero existen algunos “peros” que hacen necesarias algunas matizaciones.

Vayamos con los matices:

Una política educativa exitosa en un país pobre podría llevar a la fuga de cerebros

Para que la educación proporcione resultados positivos en un país es necesario que las habilidades que adquieren las personas sean complementarias con el resto de capital en una economía. De poco sirve un ingeniero nuclear con la mejor formación en su campo en una economía que no cuenta con centrales nucleares.

El caso de estudio probablemente más claro sea el caso de la India y sus fantásticos ingenieros informáticos. El esfuerzo educativo de la India ha sido durante décadas “parasitado” por Estados Unidos. India sufrió una fuga de cerebros vinculada a una carencia de capital complementario a los ingenieros que la propia India formaba.

El rendimiento de tener un título universitario (EEUU vs UK)

Una forma alternativa de analizar el problema de la complementariedad entre tipos de capital es el análisis de los retornos de obtener un título universitario. Para eso nos vamos a ayudar de una gráfica publicada en Financial Times.

Educación y capital humano

La gráfica tiene en su eje vertical el premio salarial de ser graduado universitario y en su eje horizontal el porcentaje de la fuerza laboral que cuenta con grado universitario.

Podemos ver que, conforme se acumulan graduados universitarios en UK (líneas rojas), el premio salarial cae por ser graduado cae (excepto en Londres). En claro contraste, en Estados Unidos, conforme se acumulan graduados universitarios, el premio salarial incrementa.

Parece que en EEUU se viola la ley de rendimientos marginales decrecientes (más graduados, menos premio por graduado). Pero esta ley no aplica en agregado (no todo el capital es idéntico)[4]. El capital humano es complementario a otro tipo de capital. Un ingeniero nuclear es poco útil sin una central nuclear. El incremento de inversión complementaria al capital humano lleva al incremento en la rentabilidad del propio capital humano.

Por esto, un incremento en los niveles educativos, por sí mismo, no sirve para mucho. Es necesario incrementar la inversión en capital complementario al capital humano (para dar salida al capital humano y para crecer económicamente). En definitiva, una política educativa exitosa sin una política de inversiones efectiva sólo lleva a una fuga de cerebros.

Educación como adquisición de habilidades útiles vs educación como consumo

Como hemos argumentado más arriba, cualquier tipo de educación no es útil para resolver problemas. Pero se puede argumentar que la educación podría ser útil en sí misma. En este caso estaríamos hablando de educación como un bien de consumo, no como un bien de capital.

En este sentido, podríamos hablar de la educación como el “placer del conocimiento”, siendo la educación, entonces, un fin en sí mismo. Algunas necesidades de algunas personas se satisfacen “consumiendo” conocimiento. A pesar de lo noble de este tipo de consumo, hay que tener claro que, la educación vista como consumo, no implica, necesariamente, que incrementar este tipo de consumo vaya a significar un incremento en la capacidad para resolver problemas relevantes. En otras palabras, la dimensión de la educación como consumo y la dimensión de la educación como capital humano no necesariamente coinciden. Ramas del conocimiento como la historia del arte muy probablemente caen más bajo el consumo educativo que bajo la inversión educativa.

No todo capital humano es útil: elección de habilidades y eficacia del sistema educativo

Un elemento crucial a la hora de determinar la eficacia de un sistema educativo, en su dimensión de vehículo que facilita la acumulación de capital humano, es la composición cualitativa del mismo. La cantidad no lo es todo. De la misma manera que cualquier acumulación cuantitativa de capital fijo no es necesariamente positiva para la economía, tampoco lo es cualquier acumulación de capital humano (acumular un capital inservible es antieconómico). Más educación no es siempre mejor.

Cuando hablamos de la importancia de la composición cualitativa de la educación no nos estamos refiriendo a la calidad educativa, aunque sea un elemento igualmente crucial a la hora de determinar la eficacia de un sistema educativo. Durante todo el artículo hemos supuesto que mayor educación se traslada a mayor adquisición de habilidades y esto es, evidentemente, una sobresimplificación: en la medida en la que el sistema educativo no tenga un mínimo de calidad, la adquisición de habilidades no tendrá lugar (y la educación fallará a la hora de posibilitar la acumulación de capital humano).

Sin embargo, cuando hablamos de composición cualitativa, nos referimos a las habilidades concretas que son aprendidas/enseñadas en un sistema educativo. Como hemos referido brevemente más arriba, no es lo mismo ser un ingeniero que un graduado en estudios de género. Cada tipo de conocimiento, y las habilidades que conlleva dicho conocimiento, tendrán diferente capacidad para solucionar problemas (o incluso crearlos).

Tenemos una forma de corroborar sí la composición cualitativa del sistema educativo es adecuada para la resolución de problemas prácticos o no: el desajuste entre la oferta y demanda de trabajos cualificados. Una forma de medirlo es mediante la proporción de graduados universitarios que acaban en trabajos para los que no se necesita un grado universitario. Volviendo a nuestro ejemplo de Reino Unido y Estados Unidos contamos el siguiente gráfico (también proporcionado por Financial Times).

Educación y capital humano

Como vemos, en las ciudades inglesas, la proporción de graduados universitarios trabajando en trabajos para los que no se necesita grado universitario tiende a ser muy superior que en las ciudades de Estados Unidos. Esto implica, consecuentemente, un desajuste entre la elección de habilidades a ser aprendidas y la aplicación de esas habilidades para resolver problemas relevantes.

En Europa existe una métrica también en extremo interesante que no da una idea de lo adecuado/inadecuado de la elección de adquisición de habilidades por parte de los estudiantes europeos. Aquí se puede ver en un gráfico de Eurostat una métrica denominada “sobrecualificación”.

Educación y capital humano

Aunque la idea de la métrica es muy interesante, el concepto no podría haber recibido peor nombre. Como leemos en la parte baja de la gráfica, el concepto hace referencia al porcentaje de personas con educación universitaria que tiene un empleo para el que no se necesita un grado universitario. Un nombre probablemente mucho más adecuado para ésta métrica sería “desajuste en habilidades laborales” o, alternativamente “índice de mala cualificación”. El problema no es de sobrecualificación, sino de mala cualificación. El problema no es la acumulación de habilidades per se, si no la composición de habilidades acumuladas.

Como vemos en el gráfico anterior, España es el país que lidera el índice de mala cualificación en Europa. Los problemas laborales de España no se encuentran sólo en su maltrecho mercado laboral, sino también en su ineficaz sistema educativo. La ineficacia del sistema educativo español se pone de relieve en el “divorcio” entre las habilidades adquiridas por los alumnos y la capacidad de resolver problemas relevantes que proporcionan esas habilidades adquiridas.

Por tanto, la elección de habilidades es tanto o más importante como la acumulación de las mismas. Más educación no es siempre la respuesta.

Capital humano y salario de reserva

El incremento de capital humano provoca un efecto en los salarios de reserva. El salario de reserva es un concepto económico que hace referencia al salario/ingreso mínimo por el que un trabajador estaría dispuesto a vender su trabajo.

La educación universitaria previsiblemente genera un incremento en el salario de reserva esperado. La idea es que aquel que adquiere unas habilidades (o, al menos, la acreditación de esas habilidades) cree que está en posición de demandar algo mejor que el resto de personas que no han dedicado tiempo y esfuerzo a incrementar su educación formal. El problema es que, si las habilidades adquiridas no son útiles, la posibilidad real de negociar un salario más elevado es muy limitada o incluso nula.

Por tanto, es posible que la tasa de desempleo de algunas profesiones que requieren de educación universitaria sea superior a la de la tasa de desempleo general (si es que su salario de reserva incrementa más rápido que el salario ofrecido por un empleador). Aquí tenemos un gráfico en el que podemos ver la tasa de desempleo por grado universitario en EEUU.

Educación y capital humano
Fuente: Careaga & Kantor-O´Neil (2017)

Los datos que podemos ver en la gráfica son relativos al año 2014. En ese momento, la tasa de desempleo en EEUU era del 5.7%. Lo que implica que la tasa de desempleo es superior en algunas carreras universitarias que en la población general (e inferior en otras). Esto es consecuente (aunque no es prueba suficiente) con nuestra tesis del crecimiento en el salario de reserva cuando incrementa la educación universitaria.

Fuera del ámbito económico, podemos decir que la adquisición de habilidades no útiles genera una sensación en el individuo de que la sociedad está, de alguna manera, “en deuda” con él. “Se nos prometió que estudiando, tendríamos un salario y vida mejor, y eso no es cierto”. La mala adecuación cualitativa entre la adquisición de habilidades y la resolución de problemas prácticos lleva a la acumulación de resentimiento y problemas de índole social.

Conclusión

  • La educación como adquisición de habilidades es una forma de acumulación de capital.
  • La acumulación cuantitativa de capital humano no siempre es positiva (más educación no es siempre mejor)
  • La acumulación de capital humano debe tener una coherencia (patrón complementariedad) con el resto de capital en una economía
  • La acumulación de capital humano sin inversión complementaria lleva a una fuga de capitales
  • La elección de habilidades a adquirir se debe realizar con el objetivo de solucionar problemas relevantes
  • La elección de habilidades a adquirir debe guardar una relación con la elección del capital no humano

[1] Actualmente, desde el poder público, se intenta no sólo incentivar los estudios de género con campañas mediáticas y subsidios ad infinitum a los departamentos universitarios involucrados. También se incentiva la demanda de graduados de género mediante la implementación de auditorías de género que deben ser llevadas a cabo por “profesionales cualificados”.

[2] Otra forma de denominarlo sería multiespecificidad limitada.

[3] Otra posibilidad es no subcontratar las habilidades adquiridas mediante un contrato de trabajo y que su poseedor las “ponga a trabajar” para sí mismo mediante la operación directa en el mercado (profesiones liberales). Una tercera opción es que el mismo contrate otros factores productivos complementarios con su propia habilidad (generar una empresa).

[4] En un post futuro se abordará la controversia de capital entre John Bates Clark y Böhm Bawerk donde se argumenta y debate sobre la heterogeneidad/homogeneidad del capital.