Sociedad Occidental vs machismo

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En este artículo vamos a dilucidar si la sociedad occidental actual es o no es machista. Para eso, voy a hacer un repaso del concepto de discriminación. Vamos a ver también qué significa el concepto de igualdad. Vamos a ver que hombres y mujeres son biológicamente diferentes, y, por tanto, es natural que existan diferencias en los resultados de sus acciones. Por último, vamos a ver, con datos en la mano, si en las sociedades actuales occidentales discriminan a la mujer o si consiguen igualdad para la población femenina. ¿Es el machismo el monstruo que se le presupone en las sociedades occidentales actuales?

Este tema es apasionante y es realmente uno de los parteaguas existentes en las sociedades occidentales modernas.

¿Qué es discriminar?, ¿hay diferentes formas de discriminación?

Empecemos definiendo el concepto de discriminación. De forma muy general, discriminar no es más que seleccionar. En concreto, seleccionar excluyendo. Es decir, dado un grupo de elementos, uno discrimina entre ellos cuando excluye o aparta algunos elementos para quedarse sólo con un subconjunto más pequeño de elementos.

Evidentemente, cuando uno selecciona, lo hace con base en algún criterio. Por ejemplo, cualquier persona, al elegir el lugar de su vivienda habitual, discrimina algunos lugares por estar lejos del trabajo o de la familia o por estar lejos de las amenidades que le interesan. Otro ejemplo quizá más interesante, las personas tendemos a ser selectivas con nuestras amistades ya que no podemos tener un número infinito de amigos, casi todas las personas seleccionan amistades en función de intereses comunes. Por tanto, discriminamos a la hora de seleccionar amigos. Hay ejemplos casi infinitos, discriminamos marcas de teléfono, estilos de ropa, parejas sentimentales… De los ejemplos anteriores, se desprende que la discriminación puede ser aplicada a cosas o personas.

Pero la discriminación tiene más dimensiones: está basada en criterios subjetivos, tanto para la valoración de los criterios con los que se excluye, como para la percepción de la existencia de esos criterios. Por ejemplo, puedo elegir un amigo por un criterio que valoro muy positivo, por ejemplo, que cuente buenos chistes, y otras personas quizá comparten mi criterio de tener amigos que cuenten buenos chistes, pero pueden diferir en su valoración sobre lo buenos o malos que son los chistes que cuenta una persona: a mí me puede gustar que alguien cuente chistes burlándose de los feministas, pero estoy seguro de que un feminista no va a compartir mi criterio.

Entonces, en lo relativo a la discriminación conviene tener claro que:

  • discriminar no es más que seleccionar excluyendo.
  • todo el mundo lo hace.
  • se puede hacer con cosas o con personas.
  • se hace en función de criterios y apreciaciones subjetivas.

Discriminación en lenguaje corriente (y jurídico)

Pero la discriminación tiene una connotación altamente negativa en nuestras sociedades actuales. Esto ocurre porque se pone el foco en un tipo de discriminación que se considera ilegítima e inmoral: la discriminación por motivos identitarios.

La discriminación por motivos identitarios ocurre cuando el criterio para excluir una persona está basado en algún criterio de pertenencia a un grupo. Especial relevancia cobran las características innatas, es decir, aquellas en las que un individuo no ha tenido una voz activa a la hora de participar en ellas: la raza, la etnia, el sexo, la religión, o la condición física o mental se consideran características ilegítimas para discriminar en las sociedades occidentales actuales. A pesar de esto, algunos tipos de discriminación muy específicos en estos ámbitos sí pueden ser considerados como aceptables (por ejemplo, se puede entender que en un prostíbulo sólo contraten mujeres para ciertos trabajos o que en una unidad de élite del ejército solo contraten hombres[1].

Existe otro tipo diferente de características o criterios que generan agrupaciones de personas; aquellas en las que el individuo sí tiene una voz activa en su elección, como puede ser la afiliación política o la pertenencia a diferentes sociedades civiles como puede ser un club de fútbol, por ejemplo. La discriminación en función de estas características se considera en algunos ámbitos legítima y en otros ámbitos ilegítima. Por ejemplo, la dirección nacional de un partido de extrema izquierda no tenderá a contratar a un simpatizante cuya ideología sea de extrema derecha. Sin embargo, se considera ilegítimo que una empresa pregunte la afiliación política a un individuo que realizará una labor que nada tiene que ver con la política.

Por tanto, todo el mundo discrimina, y esto no es más que una forma de decir que seleccionamos con base en algún criterio. Pero hay algunos tipos de discriminación a personas que se consideran inaceptables, sobre todo aquellos que se refieren a características identitarias del individuo en las que su capacidad de elegir dichas características es nula o muy limitada.

Discriminación sexual y discriminación contra la mujer

Podemos definir discriminación sexual como aquel proceso de selección cuyo criterio principal de exclusión es la variable sexo. Podemos también definir discriminación contra la mujer de forma muy similar: sería aquel proceso de selección cuyo criterio principal de exclusión es la variable sexo femenino.

Incluso considerándose la discriminación sexual como inaceptable, algunos tipos de discriminación sexual todavía se consideran como legítimos. En una guerra, las levas obligatorias todavía se realizan sólo entre población masculina: estamos ante una selección que excluye a mujeres, por tanto, es una medida discriminatoria hacia las mujeres (discriminación aquí no necesariamente significa algo negativo). Los primeros en ser rescatados cuando un barco tiene un accidente son las mujeres y los niños, en esta norma, el criterio de exclusión es la edad y el sexo (en este caso también se consideran aceptables ambos criterios).

Vamos a ver un poco más adelante, que los feministas actuales están extendiendo el criterio de discriminación en contra del hombre en una especie de venganza o reparación por años de discriminación de sentido contrario. Esto no tiene ningún sentido, pero lo vamos a criticar algo más adelante.

Machismo: ¿existen pruebas de discriminación contra la mujer en Occidente?

La principal prueba de que existe una supuesta discriminación contra la mujer que aporta el feminismo es una divergencia entre los resultados sociales de hombres y mujeres. Existen múltiples manifestaciones de esta divergencia en resultados entre grupos, aunque quizá la más famosa y utilizada como argumento para mostrar la discriminación que sufren las mujeres en las sociedades occidentales es la denominada brecha salarial.

No hay duda de que la brecha salarial existe, incluso aunque se ha ido cerrando paulatinamente. En la práctica totalidad de países, tanto occidentales como no occidentales, las mujeres cobran menos que los hombres en promedio.

Aquí se puede ver la gráfica de Pew Research Center que nos informa de la brecha salarial existente en Estados Unidos desde el año 1980 hasta hoy.


Como se puede observar, incluso hoy, el salario mediano de las mujeres es el 84% del salario de un hombre. Es decir, el salario mediano de una mujer es un 16% más bajo que el salario mediano de un hombre. Para los trabajadores más jóvenes, la brecha salarial es bastante menor, aun así, la brecha salarial sigue existiendo: el salario mediano de una mujer es el 93% del salario de un hombre para el grupo de edad comprendido entre los 25 y los 34 años.

Hay muchos otros casos que se ponen como ejemplo de la supuesta discriminación que estaría sufriendo la mujer hoy en día en las sociedades occidentales, pero quizá este de la brecha salarial es el caso que más fuerza ha cogido en los últimos años.

Las diferencias en resultados entre hombres y mujeres se achacan, desde el feminismo radicalizado por los movimientos de izquierda, a la sociedad occidental patriarcal en la que vivimos. En nuestras sociedades se supone que la discriminación a la mujer es sistémica, las normas sociales nos empujan a ello, y discriminamos a las mujeres incluso muchas veces sin darnos cuenta. Esto podría ser cierto, sin embargo, ¿hay alguna otra posibilidad? Sí, y es mucho más plausible que esta especie de sexismo sistémico aducido por el feminismo.

Las pruebas de machismo ofrecidas por el feminismo son inválidas

Entonces, ¿qué tal si os digo que ni la brecha salarial ni la mayoría de las supuestas pruebas que se exhiben como sín

En los siguientes epígrafes voy a argumentar que ni la brecha salarial, ni la mayoría de las supuestas pruebas que se exhiben como síntomas de la enorme discriminación sufrida por las mujeres son válidas

Se ofrecerá una hipótesis alternativa que explica, a mi juicio, mucho mejor las diferencias observadas en el proceso social: los hombres y mujeres son biológicamente diferentes.

Si la segunda hipótesis es cierta, es decir, si hombres y mujeres somos diferentes, la ausencia de discriminación sexual nos llevaría a resultados sociales diferentes, entonces sería completamente normal que hombres y mujeres mostraran diferencias en el salario percibido. Es decir, igualdad de trato hacia personas diferentes conlleva resultados diferentes. Lo contrario también sería cierto: si hombres y mujeres somos diferentes, es necesario discriminar por motivos sexuales para llegar al mismo resultado social.

No hay salida a esta disyuntiva: si no discriminamos por motivos sexuales, llegamos a diferente resultado, y para llegar al mismo resultado, debemos discriminar por motivos sexuales.

Pero nos quedaría probar nuestro punto principal, ¿realmente somos hombres y mujeres diferentes?

Los hombres y las mujeres NO somos iguales

Empecemos quizá por lo más obvio, existe un dimorfismo sexual presente en muchísimas especies, también en el ser humano. Los hombres son más altos, pesan más y su anatomía es diferente, por lo que los hombres tienen más fuerza, más resistencia y más velocidad. Los hombres podemos ser calvos, cosa que pasa a muy muy pocas mujeres, siendo el motivo principal la exposición a hormonas masculinas.

Todo esto es muy obvio, pero el dimorfismo sexual no se queda ahí, los hombres tienen un cerebro con más materia gris (lo que conlleva más capacidad de procesamiento en bruto) mientras que las mujeres tienen un cerebro con más materia blanca (lo que implica mejores conexiones).

Estas diferencias entre sexos se plasman en diferencias en aptitudes y rasgos. Los hombres, por ejemplo, tienden a ser mucho más sistemáticos y las mujeres más empáticas: los psicólogos hablan aquí de cerebro en el rango autista o empático, estando los hombres más cerca del autista (el autismo afecta a los hombres en una proporción 10 a 1 en comparación con las mujeres. Más diferencias: los hombres cooperan mejor con otros hombres y lo hacen peor en grupos mixtos, mientras que las mujeres cooperan peor en grupos de mujeres y mejor en grupos mixtos. Hay muchas diferencias más, por supuesto, esta enumeración pretende ser ilustrativa, no es una enumeración exhaustiva.

Pero no sólo existen diferencias en aptitudes, también hay diferencia entre hombres y mujeres en la variabilidad en las aptitudes. Por ejemplo, los hombres y las mujeres muestran la misma inteligencia media, pero existe mucha más variabilidad en la inteligencia de los hombres que en la inteligencia de las mujeres. Esto hace que apenas haya mujeres entre los grandes maestros de ajedrez, y es que apenas un 2% de los grandes maestros de ajedrez son mujeres, pero también hace que existan pocas mujeres vagabundas. En otras palabras, es difícil que exista una mujer que sea un genio, pero también es difícil que exista una mujer increíblemente deficiente. Podéis encontrar este hecho estilizado en este gráfico.

Como se puede observar, tanto la distribución de inteligencia de hombres como la de mujeres se encuentra concentrada sobre su media. Pero la dispersión es mucho mayor en la distribución de los hombres que la de las mujeres. Es casi imposible encontrar mujeres con una inteligencia muy alta de la misma manera que es casi imposible encontrar mujeres con inteligencia baja. Esta dispersión también se da en otras aptitudes, una vez más, estoy ilustrando, no pretendo ser exhaustivo.

Por último, los hombres y las mujeres muestran diferentes intereses, los hombres tienden a estar mucho más centrados en objetos mientras que las mujeres tienden a estar más centradas en personas. Esto conlleva que usualmente toman decisiones sobre sus carreras profesionales diferentes, especialmente si tienen libertad para hacerlo.

¿Por qué somos diferentes hombres y mujeres?

La respuesta que da tanto la biología como la psicología evolucionista es que la presión evolutiva es diferente en hombres que en mujeres. Las mujeres son el recurso escaso en la reproducción, sus gametos, los óvulos, son mucho más escasos que los gametos masculinos, los espermatozoides. El record Guiness a la mujer que ha tenido más hijos lo ostenta una señora rusa que vivió en el siglo XVIII y que tuvo la friolera de 69 hijos. Sin embargo, hay registrados 32 hombres con más de 100 hijos, probablemente los no registrados superen con mucho esta cifra. Se estima que Genghis Khan tuvo entre 1000 y 2000 hijos y que aproximadamente el 0.5% de la población mundial actual lleva sus genes, y en algunos países de Asia llevan sus genes más del 8% de la población.

Pero el éxito reproductivo promedio debe ser, por fuerza, el mismo en mujeres que en hombres. Por mucho que nos quieran convencer de lo contrario nuestros queridos amigos posmodernos, se necesita un hombre y una mujer para tener hijos. Pero si el éxito reproductivo promedio es el mismo, y algunos hombres tienen muchos hijos, por fuerza, otros muchos hombres no han dejado descendencia. Se estima que cualquier ser humano vivo hoy, tiene el doble de ascendientes mujeres que hombres. Se estima que aproximadamente el 80% de mujeres que han vivido se han reproducido, mientras que sólo el 40% de hombres que han vivido se han reproducido.

Esto significa que hombres y mujeres tenemos estrategias reproductivas óptimas un poco diferentes. No radicalmente diferentes, pero si algo diferentes. En biología hay básicamente dos grandes estrategias reproductivas. Se denominan estrategia r y la estrategia K. La estrategia r implica una gran descendencia con baja inversión parental. La estrategia K es la contraria, implica poca descendencia con una alta inversión parental. Tanto hombres como mujeres nos acercamos mucho más a la estrategia K, es decir, a tener poca descendencia y alta inversión parental. Pero los hombres tienen una estrategia ligeramente más cercana a la estrategia r que las mujeres, es decir los hombres tienen una estrategia algo más cercana a la de poca inversión parental. Esto conlleva que los hombres tienden más, si pueden, a la poligamia, es su forma de incrementar la expansión de sus genes a las siguientes generaciones. Las mujeres tienden más, si pueden, a la hipergamia, esto es, a buscar los mejores genes en un hombre y el mejor cuidador de descendencia en otro hombre.

Que las mujeres sean el recurso escaso en la reproducción conlleva que son mucho más exigentes a la hora de elegir pareja. El coste que podría tener un hombre de disfrutar de una noche loca es apenas de un esfuerzo extra, en contraste el coste de la mujer podría ser 9 meses de inversión parental dentro del útero y unos cuantos años de inversión parental fuera del útero. Ahora quizá podemos empezar a comprender porque las mujeres no suelen ser las que inician conversaciones en una discoteca, ellas son las selectivas, los hombres mucho menos. Pero existen datos que corroboran esto que estoy contando, y son los likes y matches de las aplicaciones de citas en líneas. En Tinder, en promedio, a los hombres consiguen un me gusta menos de un 1% de las veces que aparecen en las búsquedas, las mujeres consiguen un me gusta entre el 12% y el 14% de las veces que aparecen. La mujer tiene una ventaja de 15 a 1 en este tipo de aplicaciones. Y esto no pasa solo en Tinder, diferencias enormes se recogen en todas las aplicaciones de citas que hacen públicos sus datos. Como se puede ver, la desigualdad en Tinder entre hombres y mujeres solo recoge en datos lo que acabamos de afirmar: y es que el recurso escaso en la reproducción es el que elige. Y son las mujeres las que eligen.

El hecho de que sean las mujeres las selectivas, empuja la presión selectiva sobre los hombres. Se podría decir que la evolución sobre todo prueba cosas en el sexo masculino. Eso lleva a esa mayor variabilidad en los rasgos que acabamos de exponer y también a algunas diferencias entre rasgos.

¿Y la cultura no juega un papel crucial como defienden los feministas?, ¿es nuestra cultura machista?

A veces la cultura simplemente recoge las diferencias biológicas que acabamos de comentar.
Como dice el neurofisiólogo español Francisco Rubia, si obligas a las niñas a jugar con camiones de bomberos, muchas de ellas acabaran acunándolo y cuidándolo en la suposición de que el camión es un bebe.

La cultura puede potenciar las diferencias biológicas, simplemente recogerlas, o incluso atenuarlas. Pero la cultura dLa cultura puede potenciar las diferencias biológicas, simplemente recogerlas, o incluso atenuarlas. Pero la cultura difícilmente puede ir en contra de la biología que es anterior a ella. La cultura, en el mejor de los casos puede reconducir los impulsos biológicos más antisociales hacia aplicaciones más coordinadoras. Un ejemplo es la visión de que el fútbol es la psicología de las masas. Reconducimos la tendencia natural que tenemos los seres humanos a segregarnos en grupos de una forma que tiende a ser bastante inocua socialmente.

Por tanto, no, nuestra sociedad no es machista, cuando vemos anuncios de juguetes para niños y juguetes para niñas no es un complot mundial para oprimir a las mujeres, es simplemente que las niñas tienen una inclinación biológica más acusada hacia personas mientras que la inclinación de los niños es hacia cosas. Los fabricantes de juguetes lo saben y lo introducen en sus campañas de marketing. Sólo un enorme ignorante de los principios más básicos de la evolución biológica y psicológica se permite el lujo de afirmar lo contrario. El problema es que, por desgracia, las instituciones públicas están llenas hoy en día de estos ignorantes (mención especial a los Ministerios de Igualdad).

Las instituciones públicas tienen a la mayor parte de académicos y personas inteligentes coartados y amedrentados con vapuleos en redes sociales que podrían hacerles perder su trabajo. No se puede pedir a nadie ser un héroe y jugarse el pan de su familia, pero si se puede pedir una despolitización de la universidad, que está casi completamente tomada por la religión laica izquierdista tan de moda hoy en día.

¿Cuál es la propuesta feminista para acabar con el machismo?

Ya hemos visto que los feministas están muy equivocados en su planteamiento. No es que la sociedad sea patriarcal, es que hombres y mujeres son diferentes, y precisamente tratarlos igual lleva a resultados diferentes. Sin embargo, si los feministas estuvieran promoviendo la eliminación de la discriminación sexual en las instituciones, quizá no harían demasiado daño. El problema es que esa discriminación, de facto, no existe. Actualmente, en los países occidentales no existen leyes discriminatorias contra las mujeres. Y los comportamientos discriminatorios en la sociedad civil son más bien testimoniales. De hecho, la administración pública española ha buscado en múltiples inspecciones de trabajo, pruebas de discriminación laboral en contra de la mujer en empresas españolas y apenas ha encontrado nada, se estima que la discriminación laboral podría afectar al 0.1% de las trabajadoras españolas, es decir, la nada más absoluta.

En Estados Unidos, el portal payscale nos informa de que la brecha salarial entre hombres y mujeres es del 19%, es decir, que las mujeres cobran un 19% menos que los hombres. Sin embargo, el mismo portal advierte que cuando analizamos el pago por trabajador equivalente, es decir, trabajadores con misma educación, misma experiencia y trabajando en el mismo sector y misma localización, la brecha salarial prácticamente desaparece, las mujeres apenas cobrarían un 2% menos que los hombres. Es muy posible que una diferencia tan diminuta no sea estadísticamente significa, en otras palabras, es simplemente ruido y la brecha salarial no existe en absoluto.

Por tanto, parece que no hay nada por lo que tengan que luchar las feministas modernas. Pero si algo sabemos de la lógica política, es que cuando un asunto entra en la agenda política, se enquista y es casi imposible que salga de allí. Esta es la razón por la que todavía existen Ministerios de Agricultura en países desarrollados, aunque la agricultura sea una parte ínfima de la generación de valor de los países desarrollados y además la misma no sea dirigida centralmente por un ministerio (por fortuna). De la misma manera, los grupos de presión feministas no van a salir de la agenda política. Si no hay nada por lo que luchar, no importa, se inventarán luchas invisibles o micromachismos o cualquier otra barrabasada.

Entonces, ¿qué proponen los feministas? Las feministas hoy en día proponen que se hagan políticas para llegar a la igualdad de resultados entre hombres y mujeres. Como son conscientes que de forma natural no se va a llegar a esa igualdad en el resultado final, están proponiendo medidas denominadas de discriminación positiva.

La discriminación positiva es simplemente dar ventajas legales a las mujeres por el simple hecho de ser mujeres, lo que de facto implica una discriminación negativa para los hombres. No deja de resultar paradójico que se luche contra la discriminación sexual mediante medidas de discriminación sexual. La verdad es que clama al cielo, los feministas actuales creen que para eliminar discriminación sexual contra la mujer se necesita una discriminación sexual contra el hombre. La medida no tiene ni pies ni cabeza y sólo se entiende dentro de un contexto de lucha de clases aplicada al género, esto no es más que sociología marxista edulcorada para que entre por las más refinadas gargantas del siglo XXI.

Conclusión: ¿machismo?, ¿dónde?

Existe una disyuntiva que tiene que enfrentar toda sociedad en el tratamiento a las personas que pertenecen a cualquier grupo. Sólo tenemos dos opciones:

1- Tratar a todos los individuos de forma similar, evitando en la medida de lo posible la discriminación por causas identitarias, asumiendo que esto va a llevar a resultados diferentes en el proceso social.

2- Intentar llegar a un resultado social igualitario entre grupos (cosa imposible de conseguir) a costa de discriminar por motivos identitarios como la raza o el sexo de una persona.

Discriminación o igualdad de resultados, no hay una tercera vía.

Este tema lo toqué en otro artículo desde una perspectiva diferente, si quiere leerlo, pulse aquí.

[1] Aunque cada vez más se tienden a considerar incluso estos tipos específicos y justificados de discriminación como inaceptables.